El Kurdistán iraquí convoca su referéndum de independencia para el 25 de septiembre
Entre todo el caos que está viviendo el mundo árabe, se añade una nueva zozobra. El presidente del Kurdistán iraquí, Masud Barzani, ha acordado este miércoles con los principales partidos políticos kurdos el calendario para la celebración del referéndum de independencia, según informa la cadena kurda Rudaw, que precisa que éste sería el 25 de septiembre.
Más allá de los siete años de guerra en la vecina Siria —que han dejado más de 300.000 muertos y alrededor de 10 millones de desplazados—, además de las regiones iraquíes todavía en manos del autodenominado Estado Islámico, y a los pocos días de estallar la crisis diplomática de los vecinos árabes con Qatar —a la que acusan de patrocinar le terrorismo—, se confirma la noticia que ya se lanzó como cierta a principios del mes de mayo: Irak puede perder su región más rica en reservas de petróleo y los kurdos dejarían de ser uno de los pocos pueblos del planeta sin estado propio.
A principios de abril, el Gobierno del Kurdistán iraquí había aprobado la celebración del referéndum de independencia de Irak durante este mismo año tras una reunión de los dirigentes de los dos principales partidos, la Unión Patriótica del Kurdistán (UPK) y el Partido Democrático del Kurdistán (PDK).
En la declaración conjunta, ambos partidos dijeron que la nación kurda tiene derecho a votar su propio futuro, según la práctica de autodeterminación ya que es «derecho natural de la nación de Kurdistán decidir sobre su camino politico y administrativo en un referéndum y como entidad de un estado independiente».
La región del Kurdistán iraquí, en el norte del país, es autónoma e independiente ‘de facto’ desde la guerra de Irak de 1991 y cuenta con su propio ejército, los Peshmerga. Es una de las cuatro regiones históricas del Kurdistán junto con la región kurdo-siria (Rojava), el sureste de Turquía y el noroeste de Irán.
Es precisamente esta distribución del pueblo kurdo entre cuatro estados diferentes lo que ha facilitado su humillación durante décadas. Ni la dictadura iraquí de Sadam Husein hasta que cayó —de hecho, los masacró con gas—; ni el régimen totalitario que está imponiendo Recep Tayyip Erdogan en Turquía; ni el sátrapa alauí de Siria, Bashar al Assad; ni los ayatolás iraníes han querido nunca que le pueblo kurdo viva su cultura o hable siquiera en su idioma.
La región kurda del norte de Irak, cuya capital es Erbil —el asentamiento humano poblado permanentemente más antiguo del mundo, desde el siglo XXIII antes de Cristo—, goza de las mejores tasas de desarrollo económico y de empleo del país, gracias a sus enormes reservas de petróleo.
Sus relaciones con el Ejecutivo central de Bagdad han sido tensas desde la instauración de la autonomía, todavía con las tropas estadounidenses sobre suelo iraquí. El acuerdo entre ambos gobiernos permite a Erbil gestionar sus propias relaciones exteriores y comercializar el petróleo a cambio de un porcentaje de sus ingresos que debe ingresar a Bagdad. Las discusiones sobre los montantes anuales de este pago han sido recurrentes en la última década.
Pero ahora, si el referéndum independentista triunfa, Irak puede verse sumida en el caos. Aun sin acabar con el desafío de los terroristas del Estado Islámico —que todavía no han sido expulsados definitivamente de Mosul—, el Gobierno de Bagdad tendrá que hacer frente a una caída de su presupuesto anual y de su atractivo geoestratégico: quedarse sin petróleo es mal negocio para Irak.
El desafío también será para la región. Si bien las diferentes comunidades kurdas residentes en cada uno de los cuatro países entre los que están repartidas no están del todo bien avenidas entre sí, podría cundir el ejemplo. La identidad kurda está muy arraigada, y de hecho sus comunidades a lo largo del mundo son muy activas a este respecto.
Turquía lucha desde hace décadas por contener a los kurdos de su región oriental. De hecho, batalla en la guerra de Siria esencialmente para evitar que los cantones autoproclamados de Rojava logren unidad geográfica y una autonomía similar a la de sus hermanos iraquíes… antesala de la independencia. Erdogan teme un contagio en su lejano Este.
Irán, un Estado hermético y cuyas convulsas relaciones con el resto del globo no pasan por la causa kurda, consigue mantener este punto más en oscuridad, pero la minoría de ciudadanos de esta etnia vive sojuzgada por los ayatolás y sin derechos como pueblo. Sus líderes, relacionados con el Partido de Trabajadores del Kurdistán (PK) turco, son acallados mediante detenciones y torturas.